“Prefiero un gato negro a uno blanco, me gusta mas el rallado que el de patas blancas, el de pelo largo es mas bonito que el otro… Estoy segura de que has oído ese tipo de comentarios cientos de veces cuando alguien va a adoptar un animal ¿eso no es una frivolidad?”
Sí, es una frivolidad. Es ver a los animales como si fueran coches (“me gusta el Opel rojo”).
Cuando alguien va a adoptar un niño humano, no indica que sea rubio. No lo hace porque eso es una frivolidad, y porque se considera que lo importante es dar un hogar al niño. Sería mejor un mundo donde se viera igual a los animales de otras especies.
Eso al margen, claro está, de que la reproducción de animales contribuye al sufrimiento y la muerte de otros animales, y a que sigan existiendo negocios tan poco éticos como los criaderos.
“En fin, (para gustos, colores ¡no!) cada uno tiene su opinión”.
Sí, pero eso no quiere decir que todas las opiniones sean igualmente correctas, ni igualmente adecuadas para las necesidades de los animales.